Gay Talese: «Me fascina quien, tras muchos fracasos, aún lucha por el éxito»

Esta entrevista apareció originalmente publicada en ABC el 26/05/2013

gaytaleseEl último libro de Gay Talese, «El silencio del héroe» (Alfaguara), es una antología con treinta y nueve de sus mejores artículos deportivos. El periodista que creó escuela a base de usar las herramientas de la ficción para aplicárselas a la escritura periodística, dignifica en cada uno de estos relatos a decenas de deportistas humildes que solo lograron brillar tenuemente. En otros casos, como el de estrellas de la talla de Muhammad Alí o Joe DiMaggio, Talese nos permite adentrarnos profundamente en su intimidad y en sus secretos.

–La idea del héroe está presente en el libro desde el título, pero en los diferentes artículos tienen mucha más presencia los antihéroes, los perdedores, los fracasados.

–Mucha gente cree que los héroes solo ganan, pero los héroes también pierden. Normalmente con mucha más frecuencia de la que salen victoriosos. ¿Quién ha perdido más que Muhammad Alí? El que fuera el mejor boxeador de todos los tiempos ha perdido el habla, no puede andar y no tiene casi control de su cuerpo debido al parkinson. Él, que era el boxeador más hablador, el más locuaz, el más ruidoso, el más controvertido políticamente. Ali vivía la vida según sus propias reglas. Es un héroe, sí, pero ha pagado un precio enorme. Por eso el libro no es sobre la victoria, sobre las celebraciones, sino sobre la vida.

–El periodismo deportivo es uno de los temas sobre los que más ha escrito. ¿Es uno de sus favoritos?

–Lo es. El deporte es muy representativo e indicativo sobre la vida. Es una forma de arte. Si alguien que lea un periódico piensa que un atleta gana demasiado dinero, se equivoca. Nunca es demasiado. Ya sea Nadal, Messi o Woods, nunca ganan suficiente porque hay muy pocos buenos deportistas para la cantidad de deportes que hay.

–Su admiración por Nadal es confesa. ¿Ha considerado alguna vez escribir sobre él?

–Claro. Aunque ya hay mucho escrito sobre él. Creo que debería encargarse de ello un periodista español que de verdad pueda llegar a entenderlo y conocerlo. Creo que tendría que ser alguien que pueda hablar con él profundamente y con continuidad. Sería un trabajo para la historia, no para el siguiente número de un periódico o revista. Haría falta un escritor talentoso que pudiera describir su psique, su mente y cómo hace para concentrarse en su tenis en vez de en su vida como personaje, como celebridad.

–En este libro leemos sus artículos sobre decenas de deportes. ¿Sobre cuál disfruta más escribiendo?

–Sobre boxeo. El boxeo es drama, es teatro. Me gusta porque es un deporte de uno contra uno, una historia con solo dos personajes en la que uno siempre gana y el otro siempre pierde. En boxeo de verdad vives el deporte. Si te sientas cerca del cuadrilátero puedes oír lo que dicen los luchadores y sus entrenadores, puedes escuchar el sonido de los guantes golpear contra las caras. A veces incluso te salpica el sudor y la sangre. Como escritor de deportes, el boxeo te permite tomarte tu tiempo con los boxeadores, quienes normalmente se preparan durante seis semanas para un combate. En ese tiempo, en el que viven como monjes, están muy solos. Así que si puedes acercarte a ellos tendrás la oportunidad de conocer su psicología, su mentalidad.

–Un boxeador sobre el que podemos leer ampliamente en el libro es Floyd Patterson.

–Sobre Floyd escribí cerca de treinta artículos. Como escritor de deportes, es una locura haber escrito tanto sobre una persona. Pero es muy importante, porque lo que estaba haciendo era convertirme en el historiador de este luchador profesional.

–¿Cómo encuentra a los deportistas sobre los que escribe?

–Para un escritor de no ficción es difícil escoger sobre quién escribir porque tendrás que dedicar mucho tiempo y esfuerzo a investigar sobre esa persona durante años. Un personaje me suele interesar cuando puedo utilizarlo como herramienta para conocer y aprender algo. Así, mis personajes acaban representando para mí un alter ego, se convierten en guías de viaje de experiencias que yo nunca he vivido personalmente. Por ejemplo, yo nunca he estado en un combate de boxeo, pero creo que tengo una idea precisa de lo que debe ser gracias al punto de vista de Patterson, quien fue un cronista activo y elocuente.

–La edición española de su libro incluye su artículo deportivo más reciente, «El manager de la crisis». ¿Por qué creyó que este artículo debía formar parte de la recopilación?

–Lo incluimos porque no es un artículo tanto sobre béisbol, sino sobre lo que significa gestionar un equipo. El protagonista, Joe Girardi, no es una celebridad, y como jugador nunca fue una estrella. Pero como gestor de los Yankees sí que se está haciendo un nombre. Esa búsqueda de éxito, fracaso tras fracaso, es algo que me fascina. También merece la pena el artículo porque muestra que nunca se es lo suficientemente viejo como para ser periodista deportivo. Los primeros artículos que incluye el volumen los escribí cuando tenía 16 años, mientras que este último lo escribí con 80.

–¿Hay alguna historia deportiva que aún no haya escrito, pero en la que quiera trabajar?

–Para mí la historia de Girardi no es un trabajo concluido. Quería escribir un libro sobre él, pero la última temporada de los Yankees fue tan mala que no pude seguir. Quizá el próximo año pueda retomarlo. Para mí, interrumpir la investigación sobre un asunto no es malo. Tus personajes cambian, y cuando les vuelves a hacer las mismas preguntas que les hiciste años atrás puedes ver la persona en la que se han convertido. Es como una novela, porque en la novela el personaje cambia con el tiempo. Esto no suele suceder en la no ficción, porque está escrita con prisas.

–¿En qué trabaja actualmente?

–Estoy escribiendo un artículo en el que llevo trabajando casi un año. Puede que llegue incluso a ser un libro. Trata sobre un voyeur, un hombre que se ha pasado la vida espiando la intimidad de otras personas. Lo conocí en 1980, cuanto él tenía 45 años y era propietario de un motel. Por aquel entonces estaba casado, tenía hijos y era un hombre rico que se había graduado en Psicología. A pesar de la aparente normalidad, es un voyeur que hizo agujeros en el techo de las habitaciones de su motel para poder mirar a sus clientes desde la azotea. Durante 25 años espió a la gente y mantuvo un diario detallado sobre lo que veía. Cuando lo conocí no me dejó escribir sobre él, pero sí me permitió que lo observase mientras miraba a otra gente. He guardado esta información en mis archivos durante décadas, hasta que el año pasado me dio permiso para escribir.

–¿Por qué ahora?

–Por un lado porque vendió el motel. Por otro, porque siente que vio cosas que quiere compartir con el mundo porque cree que son valiosas. Su valor no es económico, no son un cuadro de Picasso. Tampoco tiene un valor científico que vaya a cambiar la forma en que pensamos. Pero él cree que es la primera vez que se ha estudiado la naturaleza humana en un laboratorio en el que nada está preparado y en el que los sujetos no son conscientes de estar siendo observados. Es un experimento sobre la realidad, diferente a lo que vemos en esa farsa que es la telerrealidad. Solo personas.

–En el libro menciona que sus héroes literarios son Fitzgerald, Hemingway o Irvin Shaw.

–Hay algunos más, aunque casi todos están muertos. Lo bueno de mis héroes literarios es que aunque fallecieron, su trabajo sigue muy vivo. No hay más que ver la fiebre por «El gran Gatsby». La gente admira hoy tanto como ayer a los grandes. Nuevos jóvenes descubren la música de Frank Sinatra, así que de alguna manera sigue vivo. Y Hemingway y Cervantes. Ahora, puede que mucha gente descuba a Dante Alighieri a través de «Inferno», el nuevo libro de Dan Brown que seguramente será también una película.

–¿Hay algún escritor contemporáneo al que disfrute leyendo?

–Por ahora no me ha capturado ningún autor de 25 años, pero quizá es que no he leído a suficientes novelistas jóvenes. De los más jóvenes me gusta Jonathan Franzen, y al que más admiro de mi generación es a Philip Roth, aunque haya dejado de escribir. Lo que me maravilla sobre Roth es que es un historiador de la era que ha vivido, del comunismo en Estados Unidos, el antisemitismo en la era del presidente Roosevelt. Y es que cuando Roth escribe sobre un evento en la Historia es preciso. Él es un buen ejemplo de una persona a la que admiro. Y ha escrito tanto que desde luego merece jubilarse.

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