Este artículo apareció originalmente publicado en ABC el 16/08/2012
La crisis financiera y una gestión poco adecuada le pasan factura a importantes instituciones culturales de Estados Unidos, como el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles
El único museo de Los Ángeles dedicado exclusivamente al arte contemporáneo está pasando una mala racha. Desde que en 2008 se hiciesen públicos los problemas financieros que el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (MOCA) estaba atravesando, la institución cultural no ha conseguido levantar cabeza.
Fue a finales de ese año cuando la crisis económica y financiera causaba sus mayores estragos en Estados Unidos y cuando se conoció que el MOCA había cerrado seis de los últimos ocho años con déficit y su dotación financiera había descendido de 42,7 millones de dólares en 1999 a 6 millones.
Entonces muchos culparon a Jeremy Strick, quien había dirigido el museo desde 1999. Durante los años que ejerció este cargo, su formación como comisario inclinó la balanza entre arte y finanzas siempre hacia el lado del arte. Así, aunque el MOCA crecía en reputación por sus exposiciones de gran calidad, perdía dinero a espuertas.
Tras la debacle de 2008, el museo cambió de director y contrató como sustituto a Jeffrey Deitch, un galerista llegado de Nueva York al que el MOCA asignó un salario anual de más de medio millón de dólares.
Inadecuada gestión económica
En estos cuatro años en el cargo el ex galerista ha fracasado en la que era su tarea más imperiosa: captar inversores para sanear las cuentas del museo. Según publicó recientemente Artinfo, los problemas económicos del MOCA perduran porque los fondos del museo no han sido «manejados adecuadamente». La revista especializada opina que Jeffrey Deitch no es el director adecuado «para restaurar el equilibrio» porque no ha sabido atraer la inversión mientras que seguía gastando desproporcionadamente en exposiciones caras y populistas.
Aunque Deitch ha conseguido batir récords en la afluencia de visitantes con esas exposiciones, su lógica ha demostrado ser contraproducente, ya que en Estados Unidos lo que mantiene vivo a un museo privado no es la venta de entradas, sino las grandes donaciones.
A la inadecuada gestión económica se suma que en el último mes el museo ha perdido a los artistas John Baldessari, Barbara Kruger, Catherine Opie y Ed Ruscha, quienes formaban parte de su consejo de administración. Todos ellos dimitieron por sus desacuerdos con la dirección. Su principal motivo de disputa: el despido de Paul Schimmel, un veterano comisario que llevaba más de 22 años trabajando para la institución cultural.
Así, la dirección de Deitch, defendida a capa y espada por él mismo y algunos de sus partidarios como el artista Shepard Fairey, le ha granjeado la desconfianza de parte de sus fideicomisarios y miembros del consejo de administración del museo, quienes piden su cabeza.
Ahora el mundo del arte mira con atención al MOCA y a Deitch, quien en un reciente artículo del diario «Los Angeles Times» aseguró que en los próximos días dos nuevos grandes inversores se van a incorporar al consejo y que ya está trabajando por reclutar nuevos artistas que reemplacen a Ruscha, Opie y compañía.
Suceda lo que suceda, el MOCA ha demostrado que no puede recuperar la solvencia tropezando con la misma piedra de derroche una y otra vez.