Diego Rivera regresa al MoMA

Este artículo apareció publicado originalmente en ABC el 14/11/2011

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El museo neoyorquino vuelve a exhibir los murales del artista mexicano 80 años después

Cuando en 1931 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) quiso hacer una exposición retrospectiva de la obra de Diego Rivera se encontró con un gran obstáculo. Las piezas por las que el artista mexicano había obtenido reconocimiento eran murales, obras de gran magnitud imposibles de desplazar. Su relación con este formato era tan significativa que Rivera estaba considerado el impulsor del renacimiento del muralismo mexicano.

Como los murales no podían faltar en una retrospectiva del artista, el museo decidió proponer a Rivera una colaboración especial. El MoMA trajo al artista a Nueva York seis semanas antes de la inauguración de la exposición y le ofreció una de sus salas vacías como estudio, además de la ayuda de tres asistentes. Todo ello para que Diego Rivera tuviera la oportunidad de crear murales únicos para la exposición.

El resultado de seis semanas de trabajo fueron siete murales en los que Rivera plasmó los detalles que más le sorprendían de la vida moderna, como el uso de la electricidad o la arquitectura de los rascacielos; y recuperó motivos de la historia de México y la revolución mexicana como su pasado azteca, la figura de Emiliano Zapata o la del pueblo que se subleva.

El papel social y político del arte

Ahora, 80 años después, el MoMA vuelve a harcerle los honores al artista mexicano con una exposición única en la que por segunda vez se exhibirán cinco de los siete murales que Rivera creó entonces. Los murales «El levantamiento», «Zapata Líder Agrario», «Guerrero Indio», «Energía eléctrica» y «Fondos congelados» estarán acompañados de bocetos, dibujos, acuarelas y fotografías de Rivera trabajando en proyectos como el controvertido mural que creó en el Rockefeller Center y que fue eliminado por haber incluido a Lenin entre los personajes que representaba.

«La exposición da vida al papel fundamental que Diego Rivera jugó en la formación de las discusiones sobre el papel social y político del arte público durante un período de crisis económica en los Estados Unidos», apuntó Leah Dickerman, comisaria de la exposición.

Rebelde, social, pasional y combativo. El arte de Rivera se presenta como la voz del pueblo, anclado aún en la vida del México de finales del siglo XIX y atónito ante una modernidad que se expande velozmente.

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